sábado, 31 de marzo de 2012

Los evangélicos y la veneración de imágenes.

Para quienes viven al margen del catolicismo romano, el problema de las imágenes no parece tener la importancia que realmente tiene. En Italia, el centro del catolicismo, la actitud hacia las imágenes aún es el criterio que usan muchos católicos para distinguir entre católicos y evangélicos. Ellos dicen: "¡Ah! ¡Usted es evangélico! Ustedes son los que no creen en los santos, ¿no es cierto?"
El dogma católico dice: "Está permitido y es beneficioso venerar las imágenes de los santos". Estas imágenes, y los santos que representan, son sumamente importantes en la vida religiosa de la gente de Italia y de otros países católicos romanos. Esto no sólo sucede en la iglesia, sino también en la religión popular que es menos oficial. Multitud de personas que casi nunca van a una iglesia se consideran fieles católicos simplemente porque son devotos a una o más imágenes católicas.
Quizá el hecho más importante que distingue a los protestantes que creen en la Biblia, de sus vecinos católicos, es que aquellos insisten en que cada individuo necesita conocer a Dios personalmente. De hecho, la razón por la que Cristo vino a la tierra, murió por nuestros pecados y resucitó, fue para quitar los pecados que nos separan de Dios, de manera que podamos conocerlo en forma personal. La Biblia enseña que cada individuo debe tener una relación continua y directa con Dios; no una relación de larga distancia por medio de una imagen o del santo que ella representa. Uno de los temas principales de la Biblia, comenzando desde Génesis hasta el último libro, Apocalipsis, es que Dios aborrece las imágenes. La razón es que ellas alejan a la persona del contacto directo con El, porque proveen alguien más a quien orar y en quien confiar.


El Misterio del Mandamiento Perdido

La mayoría de los católicos se sorprenden al saber que uno de los Diez Mandamientos prohibe el uso de las imágenes. Cito el segundo mandamiento, no de una Biblia publicada por evangélicos, sino de la Biblia católica romana: No te hagas estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra. No te postres ante esos dioses, ni les des culto, porque Yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso. Yo castigo a hijos, nietos y biznietos por la maldad de los padres cuando se rebelan contra mí. Pero me muestro favorable hasta mil generaciones con aquellos que me aman y observan mis mandamientos (Exodo 20:4-6).
Aunque la Iglesia Católica enseña los Diez Mandamientos en sus catecismos, consistentemente elimina el mandamiento citado arriba. Sin embargo, se encuentra siempre en cualquier Biblia, ya sea publicada por una casa editora evangélica o católica. Si usted tiene una Biblia, ¿por qué no lo busca ahora?
Si tiene un catecismo católico romano, ¿por qué no lo abre también? No notará de inmediato que el mandamiento contra las imágenes y postrarse ante ellas ha sido eliminado, porque allí todavía habrán diez mandamientos. Pero si lee los primeros tres mandamientos tanto en la Biblia como en el catecismo, verá que el segundo mandamiento, el más largo de todos, fue eliminado de la versión que se encuentra en el catecismo. La omisión se ha ocultado dividiendo el décimo mandamiento en dos. Es así como se lee el décimo mandamiento en la Biblia católica: No codicies la casa de tu prójimo. No codicies su mujer, ni sus servidores, su buey o su burro. No codicies nada de lo que le pertenece (Exodo 20:17). En el catecismo, la parte que habla de no codiciar la mujer de tu prójimo se convierte en el noveno mandamiento, y el resto que habla de los servidores, etc., se une para formar el décimo. Estos mandamientos se repiten en Deuteronomio 5. En este segundo pasaje no es tan notorio que el último mandamiento se ha dividido en dos para camuflar el robo del segundo. Quizá sea esta la razón por la que la Iglesia Católica usa generalmente la reseña de los Diez Mandamientos en Deuteronomio, en lugar de la presentación original de los mandamientos en Exodo.
El hecho de que el segundo mandamiento sea eliminado por completo y que se oculte la omisión muestra que la Iglesia Católica no lo interpreta en forma diferente a como lo interpretan otros. Si no comprendieran que condena sus imágenes, ¿por qué quitarían este mandamiento del catecismo y de otras enseñanzas católicas populares?


Fotografías

Algunos, tratando de justificar la oración a las imágenes, dicen que si tuviéramos que cumplir literalmente el segundo mandamiento, ni siquiera podríamos tener fotografías de nuestros amigos y seres queridos. La Biblia aclara este punto en un pasaje que especifica cuáles imágenes condena. Las imágenes prohibidas son las que el pueblo venera o adora: No se hagan ídolos, ni levanten estatuas o monumentos, ni coloquen en su tierra piedras grabadas para postrarse ante ellas, porque yo soy Yavé, el Dios de ustedes(Levítico 26:1). Note que aquí, como en Exodo, habla de un propósito para usar la imagen, para adoración, o como se traduce con frecuencia la misma palabra hebrea, postrarse. Este propósito excluiría fotografías comunes de sus amigos y de su familia. Una excepción obvia es la práctica de la oración a las fotografías de los familiares muertos.


Imágenes Paganas

Otros tratan de evitar la enseñanza clara de Dios afirmando en forma autoritaria que El se refiere sólo a imágenes paganas, no a sus imágenes "cristianas". Sin embargo, notamos que:
  • Moisés, al dirigirse a los hebreos, el pueblo escogido de Dios y no a los paganos, les dijo que el Señor no se reveló a ellos cuando les dio los Diez Mandamientos, por una precisa razón: Para que el pueblo de Dios no hiciera imágenes de Dios mismo -Ustedes no vieron figura alguna el día en que Yavé les habló en el monte Horeb en medio del fuego. Por tanto no vayan a corromperse: no se hagan un ídolo, o sea, un dios esculpido con forma de hombre o de mujer(Deuteronomio 4:15-16; lea también los versículos 17-19). Lo que se prohibió aquí no fue una imagen pagana, sino cualquier imagen que el pueblo escogido de Dios pudiera haber hecho de Dios, de hombres o de mujeres.
  • Dios elogió a un rey de los judíos porque destruyó una serpiente de bronce que había sido hecha por orden expresa de Dios, y a la cual Su pueblo había comenzado a adorar después de cierto tiempo. La Biblia dice de este rey: Hizo lo que es recto a los ojos de Yavé, imitando a David, su antepasado. Suprimió los santuarios de las lomas, quebró los cipos y cortó los troncos sagrados. También destruyó la serpiente de bronce que Moisés había fabricado en el desierto, pues hasta ese tiempo los israelitas le ofrecían sacrificios y la llamaban Nejustán (2 Reyes 18:3-4).



En el Nuevo Testamento se prohíben las imágenes

Otros, tratando de eludir la clara enseñanza de la Palabra de Dios, dicen que las imágenes se prohibieron en el Antiguo Testamento, pero que ahora están permitidas porque no estamos en tiempos del Antiguo Testamento, sino en el Nuevo. El punto débil y fatal de este argumento es que ¡simplemente no es verdad! El Nuevo Testamento habla mucho de las imágenes, y siempre contra ellas, tal como lo hace el Antiguo Testamento.
Uno de los primeros pasajes que se escribieron en el Nuevo Testamento es 1 Corintios 10:14: Por eso, hermanos muy queridos, huyan del culto a los ídolos. Este tema continúa a través del Nuevo Testamento. Lo encontramos inclusive en 1 Juan 5:21, uno de los últimos libros que se escribieron en el Nuevo Testamento. Allí leemos: Hijitos, guárdense de los ídolos.
Entre estos versículos que he citado hay otros; son muchos para mencionarlos aquí, pero le animo a leerlos. Verá que las imágenes se prohiben prácticamente a través de todo el Nuevo Testamento: 1 Corintios 6:9; 10:7; 12:2; Hechos 7:39-42; 17:16, 29; Romanos 1:23; 1 Pedro 4:3; Apocalipsis 2:14; 9:20; 21:8; 22:15.


Historia de la idolatría en la Iglesia

Las iglesias de los primeros siglos no usaron imágenes (con la excepción del símbolo del pescado, usado como emblema y no como ídolo). Las imágenes se introdujeron en la iglesia primeramente para uso ornamental, a fines del siglo III. Por el año 400 d.C. las usaron también para la enseñanza, y sólo en los siglos siguientes las imágenes fueron consideradas sagradas. Luego, en los Concilios de Nicea en 787 d.C. y en el de Trento en 1562 d.C., la iglesia romana aceptó que las imágenes fueran veneradas.
De acuerdo a la tradición católica, cuando una persona ora a la imagen de un santo o la adora, está venerando al santo. Esta explicación, sin embargo, aunque parezca convincente, nunca puede justificar la oración a una imagen, porque Dios nos ordena que no lo hagamos. Algunas de las personas más importantes de la Iglesia Católica han comprendido esta enseñanza; se demostró claramente cuando el papa Juan XXIII sacó muchas de las imágenes de las iglesias. El papa Juan XXIII, y otros papas que lo siguieron, también trataron de eliminar otras prácticas idólatras de la iglesia, como el llevar imágenes en procesiones.


¿De quiénes son las imágenes?

En la mayoría de los casos, las imágenes veneradas no son realmente imágenes de los santos, puesto que en el tiempo en que vivieron muchos de ellos no había cámaras fotográficas, y no muchos de ellos posaron para que pintaran sus retratos. La consecuencia obvia es que con frecuencia las imágenes son en realidad de modelos contratados más tarde por los artistas. Muchos artistas crearon obras de arte religiosas y no religiosas, y usaron los mismos modelos para ambas. A veces los modelos del artista eran personas muy religiosas, pero a menudo no lo eran. En otras ocasiones, la imagen mental que se formaba el artista determinaba qué apariencia tendría el santo. Esto es obvio cuando recordamos la tez pálida común en muchas "vírgenes", y luego recordamos las famosas "vírgenes" negras.
Cuando una señora caminaba con su perro y pasó por la puerta del estudio de un artista, comprendió que las imágenes a las que ora la gente generalmente no son de los santos. El artista salió y le preguntó a la señora si le permitiría cortar un poco de pelo de la cola del perro; lo necesitaba para las cejas de un santo que estaba haciendo. Ella con gusto le dio el pelo que deseaba. Después, al seguir caminando, se dio cuenta: "¡Esto significa que estaré inclinándome ante el pelo de la cola de mi perro!" En ese mismo momento ella decidió abandonar su idolatría.


Las imágenes son uno de los temas principales de la Biblia

El hecho de que tantos pasajes de la Biblia traten de las imágenes muestra claramente que para Dios, este es un asunto de suma importancia. He mencionado ya muchos de los pasajes en el Nuevo Testamento. Aunque el tema es muy amplio en el Antiguo Testamento para citar todos los pasajes, los siguientes son algunos de los más importantes. Al leerlos comprenderá el punto de vista que Dios tiene de las imágenes. Además, la gran cantidad de citas no puede dejar de impresionarnos en cuanto a la importancia que este tema tiene para Dios: Exodo 23:24; 34:13; Levítico 19:4; 26:30; Números 33:52; Deuteronomio 5:8-9; 9:12-17; 16:21; 27:15; 1 Reyes 14:9, 22-23; Salmos 78:58; 97:7; 106:19-20; 115:4-9; 135:15-18; Isaías 10:10-11; 30:22; 31:6-7; 42:8-17; 44:8-20; 45:20; 46:6-7; Jeremías 10:3-16; Ezequiel 16:17-21; 30:13; Daniel 3:1-18; Oseas 11:2; 13:2-4; Miqueas 1:7; 5:12-13; Habacuc 2:18-20.


¿Debemos orar a los santos mismos?

En este punto, alguien podría sugerir que aunque es incorrecto orar a las imágenes, tal vez sería correcto orar a los santos mismos, sirviendo ellos como mediadores entre nosotros y Dios. Sin embargo, Jesucristo dijo que nadie podía ir al Padre sino por El (Juan 14:6), y 1 Timoteo es aún más específico: Unico es Dios, único también es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, verdadero hombre. El entregó su vida para rescatar a todos (2:5). Cristo es nuestro mediador, porque es El quien nos lleva a tener relación con Dios. El pagó todo lo que Dios pedía por nuestros pecados, para que nosotros los pecadores pudiéramos orar directamente, "Padre nuestro...".
Otra traducción dice: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos. ¿Por qué diría Dios que Cristo Jesús es el único mediador si fuera mentira, y realmente hubieran muchos mediadores?
Durante un programa de televisión en el que recibíamos llamadas telefónicas, un sacerdote llamó para discutir conmigo este versículo. Tratando de señalar una excusa en este versículo que permitiera a los católicos orar a los santos, él afirmó: "No es que los santos puedan responder directamente las oraciones, sino que ellos oran a Jesús, quien a su vez ora a Dios el Padre, quien responde la oración". Puesto que conozco la doctrina católica, le pregunté: "¿Son los santos omniscientes y omni-presentes, de tal manera que puedan entender miles de oraciones de todo el mundo, en muchos idiomas diferentes, todos al mismo tiempo?" Por supuesto, él tuvo que responder: "No, sólo Dios es omnisciente y omnipresente; los santos no pueden oír ni responder todas las oraciones". Al darse cuenta de la implicación de lo que había dicho, trató de reparar el daño diciendo: "Dios el Padre escucha las oraciones y ¡¡¡les dice a los santos qué pidieron las personas!!!"
Recuerde, sólo Dios puede estar en todos los lugares a la vez para escuchar las miles de oraciones que llegan de todo el mundo al mismo tiempo. ¿Hay alguna buena razón para que no oremos directamente a El?
Dios nos ama. El desea ser nuestro amigo y nuestro Padre. Dios nos pide que oremos directamente a El, que tengamos comunión con El, que lo honremos y lo adoremos. El se siente abandonado cuando veneramos a alguien más o algo. La Biblia nos dice que El es Dios celoso de nuestro amor, y para que comprendamos esto, nos da la ilustración del esposo que no quiere que su esposa se vaya con otros hombres. ¿Qué le estamos diciendo a Dios cuando le damos la espalda y oramos a un santo? Es una gran ofensa llegar a la conclusión de que El no es tan bondadoso, tan considerado y tan compasivo como los santos.
Examinemos un ejemplo que literalmente cientos de italianos han usado para mostrarme por qué debería orar a los santos. Ellos dicen: "Si usted quisiera un empleo en cierta fábrica, y su tío fuera amigo del dueño, usted no iría a hablar directamente con el dueño de la fábrica. Le pediría a su tío que fuera y hablara por usted". En esta ilustración, el tío representa al santo y el dueño de la fábrica representa a Dios. La ilustración sugiere que el santo, representado por el tío, lo conoce a usted, lo ama y desea ayudarlo; mientras que Dios, representado por el dueño de la fábrica, no lo conoce, no lo ama ni desea ayudarlo. La verdad es que Dios nos conoce y nos ama, y nos pide que vayamos directamente a El en el nombre de Jesucristo, el único mediador.
La Biblia nunca infiere que santo alguno, vivo o muerto, nos ame más que Dios, y ni siquiera una vez menciona la posibilidad de que alguien ore a los santos o por medio de ellos. Sin embargo, de Jesucristo dice: Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, por haber sido sometido a las mismas pruebas que nosotros, pero que a él no lo llevaron al pecado. Por lo tanto, acerquémonos con plena confianza al Dios de bondad; él tendrá piedad de nosotros y nos recibirá en el momento oportuno (Hebreos 4:15-16; lea también Efesios 3:12). ¡El nos conoce y cuida de nosotros!
Cristo mismo nos dice a quién debemos orar. Mateo 7:7-11 comienza con estas palabras: Pidan y se les dará... y termina diciendo: Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón el Padre celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan. Juan 15:16 agrega que debemos pedir al Padre en el nombre de Jesús: Ustedes no me escogieron a mí. Soy yo quien los escogí a ustedes y los he puesto para que vayan y produzcan fruto, y ese fruto permanezca. Y quiero que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se los dé. Un estudio de las oraciones en la Biblia le mostrará que todas fueron dirigidas a Dios el Padre, y ninguna a los santos que habían muerto.


¿Creen los evangélicos en los santos?

Lo que recién afirmé será motivo para que alguien diga: "¡Los evangélicos no creen en los santos!" En realidad, ¡creemos en los santos! Sin embargo, creemos lo que la Biblia dice acerca de ellos, lo cual es muy diferente de la tradición católica. Creemos tanto en ellos que deseamos obedecer los mandamientos que Dios les inspiró a escribir en la Biblia. Entre otras cosas, nos dijeron que debemos orar a Dios y no a los santos o imágenes. Además de tratar de obedecer lo que los santos escribieron en la Biblia, aquellos que realmente fueron santos son un ejemplo para nosotros. La Biblia llama "santos" a todos los que son santificados por medio de la fe en el Señor Jesucristo. La palabra "santos" se usa en el Nuevo Testamento para referirse a los creyentes como grupo, no para distinguir a una persona considerándola más santa que otra porque hizo milagros o porque vivió una vida más pura.
En la Biblia la palabra "santos" se usa para describir a personas que aún vivían. Los escritos de Pablo en la Biblia usan mucho esta palabra. Examinemos cómo la usa: A los santos que están en Efeso(Efesios 1:1). Vea también Efesios 1:18; 5:3; Romanos 1:7; Hechos 9:13, 32. En La Sagrada Biblia, traducida por Félix Torres Amat, también se encuentra la palabra "santos" en Efesios 1:15; 2:19; 3:8, 18; 4:12; 6:18; Hechos 26:10. No podemos dejar de sorprendernos por el hecho de que la palabra "santo" fue usada consistentemente en plural para referirse a grupos de cristianos comunes.
Los creyentes de la iglesia de Corinto eran santos o santificados (1 Corintios 1:2 y 6:11, TA; 14:34). No obstante, aún tenían algunos defectos y pecados sumamente graves, y Pablo no podía hablarles como a cristianos espirituales, sino como a carnales (1 Corintios 1:11; 3:1; 6:5-8; 11:22).


¿Por qué los evangélicos no oran a los santos?

Además de la clara afirmación, único es Dios, único también es el mediador entre Dios y los hombres, hay otras razones por las que no oramos a los santos:
  • Dios no nos da en la Biblia ni un solo ejemplo de alguien que alguna vez orara o venerara a los santos, ni nos da indicación alguna de que El desee que lo hagamos.
  • Las Escrituras dicen: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo servirás (Lucas 4:8).
  • En la Biblia encontramos ejemplos tanto de hombres como de ángeles que no permitieron que la gente se postrara ante ellos, y enseñaron que eso no se debe hacer. Cuando Pedro entró, Cornelio le salió al encuentro y cayó a sus pies con mucho respeto. Pero Pedro lo levantó y le dijo: Levántate, que también yo soy hombre (Hechos 10:25-26; vea también Hechos 14:13-15 y Apocalipsis 22:8-9).
  • El apóstol Pablo, uno de los "santos", explicó a los filipenses que él sólo podría serles de ayuda estando con vida (Filipenses 1:23-26).

Para responder al argumento de que los santos responden a las oraciones con milagros, es necesario recordar que las manifestaciones espirituales (incluyendo los milagros) pueden provenir de dos fuentes diferentes: de Dios, o del diablo y sus demonios. El mandamiento de Dios es que no debemos hacer imágenes. Cuando los milagros parecen haber sido hechos por los santos, y convencen a más personas para que participen en la práctica idólatra de orar a otro que no sea Dios, estos milagros no pueden venir de Dios.
Además, hay muchos santos que fueron depuestos por la Iglesia Católica, porque los estudios históricos mostraron que nunca existieron. Por ejemplo, Santa Filomena supuestamente había sanado en forma milagrosa al papa Pío X. Pero en una época más reciente esta santa fue desacreditada por otro papa y su comisión de investigación al probar que era sólo fábula. A pesar de que la posición oficial actual de la iglesia es que esa persona nunca existió, los que son fieles a su imagen afirman que ésta continúa haciendo milagros.
Usted también puede ser santo si va por medio de la fe a Jesucristo, quien dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí (Juan 14:6). No es una declaración oficial de la iglesia lo que hace santa a una persona, ni se obtiene ese nombre por llevar una vida sin pecado o por hacer milagros. Dios hace santos al transformar a los pecadores: Somos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo hecha una vez sola (Hebreos 10:10, TA; lea también Hechos 26:18).
Confíe en el Señor Jesucristo quien puede quitar sus pecados, y usted también llegará a ser uno de los santos.

Thomas F. Heinze

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