Interludio.
Los primeros discípulos
recibieron bastante oposición por parte los líderes judíos. Los sacerdotes, el príncipe del templo, y los
saduceos arrestaron a Pedro y a Juan y les juzgaron ante el concejo
(4:1-22). El príncipe de los sacerdotes
mandó arrestar y azotar a los apóstoles.
Les habría mandado matar, pero Gamaliel aconsejó precaución a no ser que
estuvieran oponiéndose a Dios (5:17-42).
Entonces, líderes
judíos arrestaron a Esteban y le mataron a pedradas (6:8 – 7:53). “Y los testigos pusieron sus vestidos á los
pies de un mancebo que se llamaba Saulo” (7:58) y “Saulo consentía en su
muerte” (8:1a).
Entonces tenemos un
breve relato de Saulo que “asolaba la iglesia, entrando por las casas: y
trayendo hombres y mujeres, los entregaba en la cárcel” (8:1b-3).
Entonces se habla de
“los que fueron esparcidos” (8:4) – cristianos de Jerusalén que huyeron a
lugares más seguros, “iban por todas partes anunciando la palabra” (8:4). Felipe fue a Samaria, donde la gente escuchó
con ánimo su proclamación del Mesías (8:5-6).
Los apóstoles en Jerusalén oyeron de esto, y mandaron a Pedro y Juan a
Samaria. Allí impusieron sus manos sobre
los samaritanos, quienes recibieron el Espíritu Santo (8:14-24). Así empezó a esparcirse el Evangelio.
Intermedio.
1-2: Y SAULO,
RESPIRANDO AÚN AMENAZAS Y MUERTE
Esto es lo que pasa
aquí. Saulo está “respirando aún
amenazas y muerte contra los discípulos” porque los considera enemigos de
Dios. Está determinado a desenraizar
falsas enseñanzas y encarcelar falsos maestros.
Hay mucho en las Escrituras Hebreas que justifica matar aquéllos que
podrían descarrilar a otros. Saulo solo
está defendiendo con fervor los intereses de Dios.
Vino al príncipe de los
sacerdotes, y demandó de él letras para Damasco á las sinagogas” (vv.
1b-2a). La autoridad del príncipe de los
sacerdotes no se extiende a Damasco, ciudad ubicada en Siria, a 60 millas (95
kilómetros) al noreste del Mar Galileo o a 140 millas (225 kilómetros) de
Jerusalén – un viaje que tardaría una semana a pie.
No obstante, Saulo pide
letras a las sinagogas en vez de pedirlas a las autoridades civiles. Aunque la autoridad legal del príncipe de los
sacerdotes no se extiende hasta Damasco, sí tiene bastante influencia moral
sobre la gran población judía de Damasco.
Saulo necesita su ayuda para encontrar cristianos que habían huido de
Jerusalén.
Para que si hallase
algunos hombres ó mujeres de esta secta (hodou), los trajese presos á
Jerusalén” (v. 2b). Hodos es la palabra
para secta o camino. Cristianos de la
temprana iglesia adoptaron “el camino” como el nombre de su movimiento, porque
Jesús habló de ser “el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6) – queriendo
decir que él era el camino a Dios y la salvación. Saulo no pide autoridad para
matar a los seguidores de Jesús. Solo
quiere arrestarles y llevarles a Jerusalén donde se les pueda juzgar
apropiadamente.
3-6: SÚBITAMENTE LE
CERCÓ UN RESPLANDOR DE LUZ DEL CIELO
La luz es algo que
vuelve a aparecer a lo largo de los Hechos de Lucas. Lucas presenta el Evangelio como una luz para
“los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte” (Lucas 1:79) – y como “luz
para ser revelada á los Gentiles” (Lucas 2:32).
Cuando Jesús murió, “el sol se obscureció” (Lucas 23:45). Cuando un ángel vino a rescatar a Pedro de su
prisión, “una luz resplandeció en la cárcel” (Hechos 12:7). Más adelante, Pablo dirá que Dios le ha
“puesto para luz de los Gentiles” (Hechos 13:47).
Y cayendo en tierra,
oyó una voz que le decía” (v. 4a). Este
relato nos dice que Saulo solo oyó la voz pero, más adelante, Bernabé les dirá
a los apóstoles que Saulo “había visto al Señor en el camino, y que le había
hablado” (v. 27). En su primera carta a
la iglesia en Corintio, Pablo incluye una lista de las apariencias de Jesús
después de su resurrección. Concluye la
lista diciendo, “Y el postrero de todos, como á un abortivo, me apareció á mí”
(1 Corintios 15:8).
Saulo, Saulo, ¿por qué
me persigues?” (v. 4b). En escritura
hebrea, Dios a menudo repite un nombre dos veces para llamar la atención de
quien llama para cumplir un papel especial (Génesis 22:11; 46:2; Éxodo 3:4; 1
Samuel 3:4, 10). Más adelante, cuando relata este incidente a Agripa, Pablo
añade a las palabras de Jesús diciendo, “dura cosa te es dar coces contra los
aguijones” (26:14).
Y él dijo: ¿Quién eres,
Señor (kyrie)?” (v. 5a). Kyrios puede
significar “Don” (como muestra de respeto hacia otra persona) o “Señor” (que
significa Dios). Aquí, esta ambigüedad
es apropiada. Saulo sabe que solo hay un
Dios y por eso no le pregunta quién es.
Por otro lado, Saulo sabe que la voz del cielo viene de Dios o de un
mensajero de Dios – es decir, que no se trata de un mero mortal.
Yo soy Jesús á quien tú
persigues” (v. 5b). Cristo se identifica
con sus discípulos, por eso perseguir a sus discípulos es igual que perseguir a
Cristo.
La repuesta de Dios le
llegó a Saulo como una tonelada de ladrillos.
Saulo había creído que su misión en la vida era apagar cualquier chispa
del creciente movimiento cristiano, no fuera que creciera más allá de lo que
podían controlar. Ahora Saulo se da
cuenta de que, en vez de haber estado cumpliendo la obra de Dios, le ha estado
oponiendo, tal como Gamaliel había advertido que podría pasar (5:38-39).
Levántate y entra en la
ciudad, y se te dirá lo que te conviene (dei) hacer” (v. 6). Jesús todavía no prepara a Saulo para la
misión, simplemente le manda ir a Damasco y esperar órdenes.
La pequeña palabra,
dei, se puede traducir como “es necesario.”
Aparece en el Nuevo Testamento más de cien veces, y se refiere a una
necesidad divina o a la voluntad de Dios.
7-9: ABRIENDO LOS OJOS,
NO VEÍA Á NADIE
Y los hombres que iban
con Saulo, se pararon atónitos, oyendo á la verdad la voz, mas no viendo á
nadie” (v. 7). Parece que hay un
conflicto entre este versículo y el relato de Pablo que más adelante dice “Y
los que estaban conmigo vieron á la verdad la luz, y se espantaron; mas no
oyeron la voz del que hablaba conmigo” (22:9).
Sin embargo, es probable que oyeran el sonido sin entender la voz – y
que vieran la luz sin entender su significado.
Entonces Saulo se
levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía á nadie” (v. 8a). Saulo “ahora descubre de manera literal lo
que lectores ya saben de él. En un nivel
espiritual y metafórico: él es ciego. Así que, llevándole por la mano, le
entraron en Damasco” (v. 8b). En su
ceguera, Saulo ha quedado completamente indefenso. No puede ni andar a la ciudad sin ayuda.
A menudo, Dios nos
viene en nuestras debilidades. En sus
epístolas, Pablo hablará de Cristo muriendo por los impíos “cuando aún éramos
flacos” (Romanos 5:6) – y “lo flaco del mundo escogió Dios, para avergonzar lo
fuerte” (1 Corintios 1:27) – y “cuando soy flaco, entonces soy poderoso” (2
Corintios 12:10) – y “lo loco de Dios es más sabio que los hombres; y lo flaco
de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Corintios 1:25).
Donde estuvo tres días
sin ver, y no comió, ni bebió” (v. 9).
No sabemos mucho de la razón del ayuno de Saulo. Quizá ayune como arrepentimiento por haber
perseguido al Mesías. Quizá, simplemente
esté conmovido por el repentino cambio en su vida. Quizá quiera ayunar como disciplina
espiritual para hacerse vulnerable y abrirse a la obra de Dios en su vida.
10-12: HABÍA ENTONCES
UN DISCÍULO LLAMADO ANANÍAS
Había entonces un
discípulo en Damasco llamado Ananías” (v. 10a).
Éste no es el Ananías de antes, que murió después de tratar de engañar a
la iglesia (5:1-5) o el Ananías príncipe de los sacerdotes (23:2; 24:1). Más adelante, Pablo identifica a este Ananías
como “varón pío conforme á la ley, que tenía buen testimonio de todos los
Judíos que allí moraban” (22:12), pero no sabemos nada más de él. El Señor le utiliza el tiempo necesario para
cumplir una obra fácil pero importante, y después desaparece.
Esto nos debe alentar a
nosotros que llevamos vidas ordinarias y que solo disfrutamos de logros comunes
y corrientes. A menudo Dios usa gente
común y corriente de manera significativa – a veces, como ocurre aquí, solo una
vez en la vida. Pero podemos estar
seguros de que Dios nos usará de manera importante, aunque no nos demos
cuenta. Y podemos estar seguros que
parte de eternidad estará en juego en el momento que Dios decida hacerlo.
Y el Señor le dijo:
Levántate, y ve a la calle que se llama la Derecha (v. 11a). En la actual ciudad de Damasco hay una calle
llamada Derecha. Esta calle puede ser la
misma que se menciona en este versículo.
Empieza en la Puerta del Oeste y sigue hacia el oeste desde allí. Y
busca en casa de Judas” (v. 11b). No
sabemos nada de este Judas, pero fíjese en la exactitud con que el Señor le da
instrucciones a Ananías. A uno llamado Saulo, de Tarso” (v. 11c). Tarso se encuentra en la costa sur de Turquía
actual, a unas 12 millas (19 kilómetros) del Mediterráneo. Es una ciudad porteña por estar ubicada en el
Río Cydnus. En el tiempo de Pablo no
solo era un importante centro comercial, pero también se conocía como un centro
de actividad intelectual – particularmente para el estudio de filosofía
estoica.
Tarso solo aparece
cinco veces en el libro de Hechos (9:11, 30; 11:25; 21:39; 22:3) y no vuelve a
aparecer en ningún otro lugar de las escrituras. Pablo menciona ser de Tarso en dos ocasiones
(21:39; 22:3), pero nunca la menciona en sus epístolas. Relata una visita a Cilicia (Galatos 1:21),
provincia cuya capital es Tarso.
Porque he aquí, él ora”
(v. 11d). Aprendimos en versículo 9 que
Saulo estaba ayunando. Ahora aprendemos
que está orando. El ayuno y la oración
son disciplinas espirituales complementarias.
Y ha visto en visión un
varón llamado Ananías” (v. 12a).
Recuerde que el Señor le está hablando a Ananías en una visión (v. 10) –
y que Saulo también ha tenido una visión.
El Señor prepara estos dos hombres para la reunión que les tiene prevista.
Que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista” (v. 12b). En el Antiguo Testamento, Moisés puso sus
manos sobre Josué para comisionarle (Números 27:18-23). En el Nuevo Testamento, los apóstoles
impusieron sus manos sobre la gente para sanarla (Mateo 9:18; Hechos 28:8),
para impartir el Espíritu Santo (Hechos 8:17; 19:6), y para comisionar alguna
obra particular (Hechos 6:6; 13:3; 2 Timoteo 1:6).
Este es un ejemplo de
la imposición de manos para sanar – “para que reciba (Saulo) la vista.” Pero Ananías le dirá a Saulo que la
imposición de manos es “para que recibas la vista y seas lleno de Espíritu
Santo” (v. 17). Esta imposición de manos
es inusual en que Ananías no es apóstol ni tiene otro credencial que no sea su
vida devota y su buena reputación (22:12).
No obstante, el Señor le escoge para poner sus manos sobre Saulo, y esta
llamada del Señor es lo único que necesita.
Reflexión y debate.
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