Lucas 21: 5-19
En los evangelios se recogen
algunos textos de carácter apocalíptico en los que no es fácil diferenciar el
mensaje que puede ser atribuido a Jesús y las preocupaciones de las primeras
comunidades cristianas, envueltas en situaciones trágicas mientras esperan con
angustia y en medio de persecuciones el final de los tiempos.
Según el relato de Lucas, los
tiempos difíciles no han de ser tiempos de lamentos y desaliento. No es tampoco
la hora de la resignación o la huida. La idea de Jesús es otra. Precisamente en
tiempos de crisis “tendréis ocasión de dar testimonio”. Es entonces
cuando se nos ofrece la mejor ocasión de dar testimonio de nuestra adhesión a
Jesús y a su proyecto.
Llevamos ya cinco años sufriendo
una crisis que está golpeando duramente a muchos. Lo sucedido en este tiempo
nos permite conocer ya con realismo el daño social y el sufrimiento que está
generando. ¿No ha llegado el momento de plantearnos cómo estamos reaccionando?
Tal vez, lo primero es revisar
nuestra actitud de fondo: ¿Nos hemos posicionado de manera responsable,
despertando en nosotros un sentido básico de solidaridad, o estamos viviendo de espaldas a todo lo que puede
turbar nuestra tranquilidad? ¿Qué hacemos desde nuestros grupos y comunidades
cristianas? ¿Nos hemos marcado una línea de actuación generosa, o vivimos
celebrando nuestra fe al margen de lo que está sucediendo?
La crisis está abriendo una
fractura social injusta entre quienes
podemos vivir sin miedo al futuro y aquellos que están quedando excluidos de la
sociedad y privados de una salida digna. ¿No sentimos la llamada a introducir
algunos “recortes” en nuestra vida para poder vivir los próximos años de manera
más sobria y solidaria?
Poco a poco, vamos conociendo más
de cerca a quienes se van quedando más indefensos y sin recursos (familias sin
ingreso alguno, parados de larga duración, inmigrantes enfermos...) ¿Nos
preocupamos de abrir los ojos para ver si podemos comprometernos en aliviar la
situación de algunos? ¿Podemos pensar en alguna iniciativa realista desde las comunidades cristianas?
No hemos de olvidar que la crisis
no solo crea empobrecimiento material. Genera, además, inseguridad, miedo,
impotencia y experiencia de fracaso. Rompe proyectos, hunde familias, destruye
la esperanza. ¿No hemos de recuperar la
importancia de la ayuda entre familiares, el apoyo entre vecinos, la acogida y
el acompañamiento desde la comunidad cristiana...? Pocas cosas pueden ser más
nobles en estos momentos que el aprender a cuidarnos mutuamente.
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