miércoles, 29 de febrero de 2012

¿La Biblia a dieta?

La Biblia está un poco gorda para algunos. No es capaz de seguir el ritmo con que su hermanastra, la Ciencia, puede mudar sus mudas y sus trajes imponiendo su tirana moda. La Ciencia no tiene reparos en hacerse una cirugía estética integral, acostándose newtoniana por la noche para reaparecer relativista al día siguiente, y esa misma tarde travestirse de cuántica. La Biblia tiene envidia de esta agilidad. Tiene miedo de quedar fea y anticuada viendo las piruetas bailarinas de su hermanastra. Y se está poniendo a dieta. Teme que no le saquen a bailar. Intenta adaptar su masa a los finos vestidos que le presta doña Ciencia. Pero no sabe de cuáles curvas desprenderse. Tendrá que reasimilarse masticándose a sí misma. Tendrá que reinterpretarse si quiere buscar nuevos lectores que la pretendan.

El caso es no quedarse atrás en la evolución del pensamiento. Si es preciso se someterá a un profundo proceso informático. Si no hay más remedio se hará una terapia génica. O se arrancará sus lorzas inerrantes. Todo antes que ser humillada por su hermanastra la tía Ciencia. Pero dentro de medio año Ciencia se metamorfoseará. Hará el Fénix por vez enésima. Volverá a cualquiera de sus versiones anteriores. O se inventará otra nueva figura. Ciencia habrá progresado, sus vestidos estarán a la última y su nueva piel de escamas deslumbrará de nuevo a mil pretendientes. ¿Y Biblia? ¿Seguirá ese mismo plan? Quedará desnuda y desfasada. Añorando sus carnes de antaño, vomitará su anorexia perversa. Pretendientes rebuscarán en sus fotos antiguas las cenizas de la Verdad. ¡Que no comience esta dieta! Son falsos muchos malditos estetas. Que la otra no es la Ciencia. Es una locuaz enroscada sin estirpe ni conciencia.

Carlos Grasa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario